domingo, 13 de noviembre de 2011

VIII Inicia la travesía

Dormí hasta las 8 de la mañana, ya que me despertó el celular con la canción del ídolo. Era Jhon, me dijo que no podía estar ni un minuto más en casa de mis hermanas, ya que al parecer él ya no era el único encargado de averiguar sobre mí. Entre mis followers del twitter se encontraba @DARWINISSALSA un policía que me seguía de hace tiempo, se había enterado de mi caso y tenía orden de encontrarme por su cuenta. En ese momento pensé en recurrir a un par de contactos en los medios para aducir amenazas de muerte por mi labor periodística, pero reflexioné que eso solo prendería más las ganas del régimen por acabar conmigo. Tomé mi mochila amarilla con su escudo de Barcelona, le di a Verónica un dinero para que pague la bicicleta en el taller y salí rumbo a La Avanzada donde vivía @Mayita_A. Llegué como en mis años de colegio en la bicicleta, me tardé 45 minutos desde Santa Risa. Me detuve frente a una casa de madera con techo de zinc, adornada con geranios, rosas, claveles, tréboles, en fin, una completa flora en la vereda y la ventana de la casa. Dejé la bici sobre el césped y me dirigí a la puerta, pero me caí de nalga cuando me asustó un perrito lanudo que ladró como si me odiara de toda la vida. Mientras amenazaba al cachorro con una supuesta piedra que amagué tomar del piso, se abrió la puerta y salió una viejita que me acusó de estar maltratando al perro. Luego salió una hermosa mujer que me costó trabajo reconocer por unos segundos.  @Mayita_A había dejado de ser la niña que conocí en la infancia y la época del colegio, para convertirse en una dama esplendorosa como sus cabellos ondulados. A pesar de que nos seguíamos del twitter, no podíamos identificar bien en el avatar como habíamos cambiado. Ella ni siquiera me reconoció, solo me preguntó ¿qué quiere aquí? ¿quién es usted? Cuidado con el perro advirtió. Sonreí y le dije soy Cheo, se le pusieron los ojos grandes como lunas y se pegó una carcajada. Mandó al perro a la casa y me hizo las típicas preguntas de la gente que se ve luego de varios años. No le conté nada de mi problema por si acaso, pero ella sospechaba de algo por la cara que ponía. Era muy extraño que yo esté ahí un día cualquiera, en bicicleta, como si nada y con una mochila donde parecía llevar toda mi vida.
No has tuiteado nada estos días, me increpó.
Decidí darme un descanso, le dije.
Pero tú hasta las vacaciones compartes con la gente, inquirió.
Les desvié la conversa preguntándole qué tal era su trabajo de maestra  y otros temas más para entretenerla.
Tomamos café, pan con mantequilla y queso.
Mientras los dos pasábamos de lo más lindo @DARWINISSALSA estaba en Santa Risa, él andaba atrás de una medalla que le permita ascender y quería congraciarse con el poder. Yo ignoraba por completo lo que Darwini era capaz de hacer, y estaba solo a horas de descubrirlo.

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