jueves, 24 de noviembre de 2011

Valle Hermoso 16

Con Nine en Santa Risa sabía que las cosas no eran tan sencillas. Ella no iba a cometer los errores que cometió Darwini. Era bella, inteligente, impecable y lo peor que andaba con dos oficiales de inteligencia. Lo que significaba que a partir de ese momento no podría volver a visitar a mis hermanas. Quizá ella no tenía la intención de matarme, pero no sé porqué la creía capaz de hacer cosas peores.  
De buena fuente supe que un organismo internacional tenía a gente en el país recaudando información sobre la persecución a periodistas, eso me daba algo de tiempo. Por Jhon me enteré de muchas cosas. Yo no era el único cojudo al que perseguían, pero si el que poseía algo que en ese momento ya estaba colgado en una página web nueva y desconocida. Elizabeth y Maylin tenían la clave de la nueva página y con solo un clic harían público el vídeo de las intenciones del gobierno de suspender las elecciones y ese mismo día decretar un “estado de continuidad temporal del gobierno en el poder” lo que al buen entendedor significaba dictadura.
Sabiendo de los alcances de Nine me fui a Valle Hermoso, un sitio ubicado cerro adentro de Bella María. Ahí vivía un primo al que no quería molestar, pero tocó caerle. Su casa estaba en el centro de una parcela donde sembraba cacao, papayas, mangos y otros frutos que estaban de agarrar y llevarse a la boca. Apenas toqué la puerta un perro viejo color café me recibió moviendo el rabo, a su edad había cambiado la estrategia y en lugar de ladrar buscaba simpatizar con los desconocidos.
Heraldo era el nombre de mi primo, de mediana estatura, algo calvo, gordo y con culo de mujer. Lo bueno de la gente del campo es la hospitalidad y era justo lo que necesitaba: alguien que me deje pasar la noche ahí. Llegué a la hora de un rico seco y caldo de gallina criolla con un jugo de naranja sin agua. Me acomodaron un cuarto y ahí pasaría varios días.
Una noche vimos el partido de vuelta de Barcelona vs Alianza Lima en Perú, el ídolo sacó un empate y clasificó a los cuartos de final de la Copa Libertadores de América. Heraldo era de esos amarillos enfermos y celebramos con los vecinos ese momento amarillo.
Unos días me la pasé en una mina abandonada acompañando a mi primo. Él creía que aun podría encontrar oro y volver a tener dinero como un día lo tuvo la familia Pereira.
Otros días los pasaba cosechando cacao, papayas y otras frutas de las que comía con mucho gusto.
Parte de las tardes y las noches enteras me dedicaba a chequear información, tuitear cosas viejas del blog, contactar a mi familia y pensar en el siguiente lugar al que me tocaría huir.
Jhon estaba en Santa Risa, según las autoridades investigando, pero en realidad ayudándome gracias a Dios.
La única manera de ir a Santa Risa debía ser en Bicicleta. Es así como fui un par de días y le seguimos los pasos a Nine. Digo le seguimos porque Jhon sabía que es lo que ella hacía, pero hasta ese momento ella no sabía la identidad del uniformado.
Yo no significaba un peligro para que el régimen use la fuerza armada y eso era justo lo que muchas veces los gobiernos no sabían cómo controlar, pues lo que yo poseía era información confidencial y eso es más peligroso que la pólvora.
Por esos seguimientos nos dimos cuenta que Nine me estaba buscando gradualmente. Primero indagando en la zona urbana del cantón, conociendo a mis familiares y todo lo demás. Ese hecho me dejó muy preocupado, pues si me estaban persiguiendo solo aca, quería decir que sabían que estaba en Santa Risa y eso solo podía ser obra de Teresa.
Un día me encontraba en las cascadas junto a otros turistas. Estaba subido en un árbol chupándome una naranja y mi bici tirada en el piso. Justo veo estacionarse una camioneta de la que se bajó una mujer hermosa, era Nine.
Casi me caigo de la mata, pero me quedé quieto como un camaleón. Cuando me fijé bien en sus prendas supe que estaba ahí por relajarse. Estaba vestida con una licra negra hasta las rodillas y una blusa del Barcelona, se quitó las zapatillas y se metió al agua. Al parecer los encantos de los paisajes verdes de Santa Risa la habían seducido y  como típica hija de funcionario público aprovechaba para divertirse. Los que trabajaban eran sus celadores.
En la rama del árbol me encontraba muy asustado, pero recordé que ella no me conocía en persona y que había visto mis fotos con cara de niño bueno, pero nunca la cara de náufrago que tenía ahora.
Ella estaba dentro del agua y los otros dos tipos en pantalonetas comiendo frituras. Cuando salió del agua se quitó la licra y se quedó en una tanga de baño, parecía otra gringa más, solo que con buen cuerpo. Se recostó en una toalla, se puso unas gafas y tomó el sol.
Me quería largar de ahí, sin embargo me tocó esperar a que se fueran, y eso fue como a las seis de la tarde. Antes de irse nuestras miradas se chocaron, sentí que los que sabemos se me subían a la garganta, pero cuando se fue me di cuenta que @NineMedranda no tenía la mas mínima idea de cómo era yo. La muy gil me imaginaba alto, simpático y fuerte, todo lo contrario a mi actual realidad. Esa tarde le di al pedal como diablo y llegué a la casa de mi primo a pasar la última noche, ya que esa madrugada el país tendría una noticia que nos pondría los nervios de punta a todos. El principio de todos nuestros males.

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