lunes, 28 de noviembre de 2011

Malas Noticias 18

Nine llegó hasta la casa de mi hermana, pero no se bajó del auto. Los dos agentes tuvieron la responsabilidad de decirle a Verónica que lo de Javico tenía solución, puesto que se trataba de un muchacho inmaduro.
El balde de agua fría cayó cuando le hicieron una sola pregunta: Por cierto ¿sabe algo de su hermano el periodista? Queremos saludarle.
El cuestionario fue muy claro para mi hermana. Se trataba de una especie de amenaza y con eso estaban poniendo las cartas sobre la mesa. Era un mensaje directo para mí.
Al otro día @JavicoEC salió de prisión. Vero quedó algo tranquila y Nine logró su objetivo: preocuparme.
Aunque no les habían dicho nada de mi paradero. Sabía que ese era un aviso. Desde ese entonces dejé de decirle a mi familia donde estaba.
Llamé a mi mamá desde el celular que sabía podría estar intervenido y le dije que estaba paseando en el Perú. Ese fue nuestro plan para que quede claro que mi familia no iba a saber cuál era mi paradero.  
Así pasé más de una semana de incertidumbre. Leía la nueva línea editorial del diario El Universal, todas eran buenas noticias y obras del régimen.
Todo era nervios hasta que llegó la verdadera mala noticia. Jhon ya había recibido el ultimátum para inventarse algo de que acusarme. Del Ministerio de Gobierno le llegó la coartada: Terrorismo intelectual y atentando contra la seguridad nacional, orden de captura contra el licenciado Cheo Pereira. Ese día empezarían a buscarme legalmente.
La bruja de Nine se había vuelto visitante frecuente de mis familiares en Santa Risa. Asumía un papel de conciliadora y buena gente. Quería ganarse su confianza y trataba de convencerlos que me entregara. Ellos no la sacaban a patadas porque sabían que nada ganarían. A esas alturas nadie sabía dónde estaba.
Cuando la orden de arresto se hizo pública, las redes sociales se conmocionaron. Ese era hasta el momento, el único medio de comunicación donde aunque con miedo la gente se atrevía a opinar.
Cientos de menciones me llegaban al twitter. Insultos, mensajes de apoyo, preguntas y más. Estaba asustado pero aliviado a la vez. Sabía que una vez hecho público el asunto no me iban a matar. Sin embargo no estaba dispuesto a terminar en la cárcel sin haber cometido delito alguno.
Los uniformados me buscaban en la zona urbana de Santa Risa, pero @NineMedranda tenía una buena informante que le abrió los ojos: Teresa. Ella le aconsejó buscarme en las parroquias rurales que eran mis lugares favoritos. Desde entonces Nine empezó a usar una herramienta más efectiva que la mejor de las inteligencias del universo: La sensualidad femenina.
Sabiendo del delirio de la gente por Barcelona, se empezó a vestir con la blusa del ídolo y una licra pegada a la piel. Atlética como ella sola alquilaría una bicicleta en el mismo taller donde yo conseguí la mía. Se dedicaría a pasear y a indagar de manera camuflada sobre las pistas de mi ubicación. Vestida como estaba cualquier hombre le daría información.
Viendo un canal peruano que alcanzaba a llegar a El Oro y que retransmitía a una cadena de noticias internacional me enteré que en Quito un grupo de indígenas quiso armar una protesta, pero fueron rápidamente intimidados por las fuerzas armadas. En Guayaquil los pocos valientes de derecha que quedaban realizaron un plantón, pero se les prohibió continuar con la manifestación.
Todos los medios que aun no estaban incautados informaban las cosas de manera superficial, con el objetivo de no molestar a “El innombrable”, como lo habían bautizado al presidente un grupo de tuiteros en las redes sociales.
Sabía que tarde o temprano iban a llegar hasta mi escondite. Nunca falta quien te traicione. Por eso se me ocurrió una idea que tenía que ejecutarla ya.

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