sábado, 5 de noviembre de 2011

III El Austro

Yo llevaba tres años trabajando en el periódico, que no tenía tanto éxito como las fritadas de la familia, pero que ayudaba a los Curipoma a mantener cierto poder y estatus.
Ganaba 300 dólares mensuales y ese sueldo apenas cubría mis necesidades. Era gracias a los cachuelos que subsistía.
Mi labor era la más común de las comunes. Todo el mundo me veía con mi cámara colgada al cuello.
Una tarde mientras me creaba una cuenta en algo llamado twitter, también decidí abrir una en blogger. Me sedujo la idea de publicar pensamientos y otras cosas. No imaginaba los problemas en que me metería gracias a eso. Al cabo de unas semanas estaba muy familiarizado con las dos redes sociales. Mi barcelonismo me había rodeado de mucha gente amarilla. Empecé a publicar poemas, luego quejas en contra de la FEF por lo que yo consideraba irregularidades en contra de Barcelona, reportajes turísticos y otras locuras. Todo eso lo publicaba en www.cheogomez.blogspot.com
Todo iba normal hasta que un día empezaron los problemas que cambiarían no solo mi vida, sino la de 14 millones de personas.
Alguien que me conocía del twitter me envió un mensaje directo pidiéndome el e-mail, pensé que me enviaría una foto turística o de Barcelona, pero no, me envió una foto de un político oficialista reunido con uno de oposición una madrugada previa  a una votación del proyecto de ley en la asamblea. El primero aparecía entregándole un maletín al segundo. La foto me llegó a las 10 de la mañana y la votación sería en la tarde. Publiqué la foto en el blog con el simple título de “Saque usted sus conclusiones” , luego la twitteé y la gente que la vio le dio RT, hasta que más de mil personas visitaron el blog en menos de dos horas. Varios medios locales retuitearon el dato con el link del blog y eso disparó las visitas a cincuenta mil hasta las 2:45 de la tarde. La foto salió en los noticieros y estaba publicada en varios diarios digitales bajo el mismo título “Saque usted sus conclusiones” Ese día se suspendió la votación en el pleno, los asambleístas no pudieron explicar la foto y el gobierno no pudo comprobar que la foto era un montaje como había manifestado al principio. Los dos legisladores renunciaron para calmar los ánimos.
Así empezó todo. La gente me empezó a seguir en twitter y yo les devolvía el follow para que me puedan enviar mensajes directos. Eran cientos de reporteros que había en todas partes del país. Y es que ¿quién no tenía un celular con cámara? Un mesero de restaurante era un paparazzi en potencia, un portero de motel tenía fotos de portada, un guardián de ciudadela era un fijo testigo, un taxista un investigador anónimo y así eran cientos de ojos en muchas partes. Comenzaron a llegar fotos que iban directo al blog, fotos de artistas, deportistas, presentadores de tv y políticos era lo que más se publicaba.
Todo iba bien, en el diario nadie se había percatado a quien le pertenecía el blog Yoperiodista, pero nunca falta un sapo.
Tenía más de un mes con el éxito del blog, hasta que un día me llamaron de la dirección general del diario. La dueña Narcisa Curipoma estaba sentada, hija de Pablo Segundo me dijo con su acento cuencano – Le voy a preguntar una sola vez, ¿usted es el autor del blog que publica esas cosas? Pensé en decir que no, pero era obvio que si la mismísima dueña me mandó a llamar era porque ya sabía la verdad. –sí le respondí sin dejar de mirarla a los ojos- - le puedo sugerir que ya no siga publicando cosas de políticos- me dijo con el tono con el que se da una orden. Le dije que eso era una actividad que no involucraba al diario y que yo solo publicaba las fotos que la gente me enviaba. Ella sacó un cheque y dijo que era mi liquidación, que me podía ir con el cheque a la calle o que lo podía romper y conservar mi trabajo. Tomé el cheque que estaba en el escritorio y salí del lugar. La vieja de mierda apenas me dio 600 dólares y eso que 300 correspondían a mi sueldo y el resto a horas extras, es decir que nada de liquidación. Era un robo que me hicieron, pero largarme de ahí fue lo mejor.  
De casualidad ese día me contactaron de una cadena de televisión internacional para que le envíe la información a ellos una hora antes de que yo la publicara. No fue mala idea, además, me darían un buen dinero por cada dato que a ellos les pareciera importante. Yo en ese momento ignoraba lo que esa gente sabía y porque les interesaba tanto tener información de lo que ocurría en el país.

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