martes, 29 de noviembre de 2011

Escondido 19

Estaba escondido en Bella Vista, una pequeña parroquia que se encontraba solo a 5 minutos de Santa Risa y de La Avanzada. Me encontraba en una covacha al otro lado del río. Era propiedad de Maylin. En ese terreno cercado tenía todo lo que necesitaba, frutas, animalitos y una pareja de ancianos que cuidaban la siembra y ahora me cuidaban a mí.
Me asignaron un cuarto de atrás, donde se quedaba a dormir Maylin cuando iba a pasar el fin de semana.
El día en que Barcelona jugaba su partido por los cuartos de final con el Colo Colo en Chile, los viejitos que eran amarillos sacaron el televisor a la vereda y llegaron otros campesinos a ver el cotejo.
Fue un encuentro memorable. Barce arrancó perdiendo, le expulsaron a dos jugadores de manera inexplicable. Los defensas salvaron dos goles de la raya y pasamos susto todo el primer tiempo. En la segunda mitad del juego el equipo se acomodó y todo fue contragolpes. Aun así el panorama era difícil. Sin embargo se logró aguantar hasta el minuto 90. El juez adicionó 4 minutos más. Colo Colo atacó y Barcelona contragolpeó y anotó el empate. Cuando llegó el gol torero escuché los gritos hasta de Santa Risa. El ídolo tenía la costumbre de hacer sufrir así a su gente para terminar dando alegrías.
El partido de vuelta sería en una semana. Me moría de ganas por estar en Guayaquil. Algo se me tenía que ocurrir.
Esa madrugada Jhon me llamó para decirme que no solo Nine me buscaba. Ahora había un grupo de policías que iba a allanar viviendas en secreto.
Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de usar el twitter para desviar la atención. Publiqué una foto vieja del Puyo como si yo estuviera allá. Me enteré que hubo un gran movimiento de uniformados durante tres días. Entonces supe que era lo que tenía que hacer.
Con mi orden de captura, muchos tuiteros tenían miedo de enfrentarse al poder en las redes sociales. Algunos habían sido detenidos por el solo hecho de insultar a El innombrable en su cuenta de twitter.
Como las cuentas de facebook y twitter se habían vuelto un medio de espionaje muy útil para el poder, la gente optó por una nueva estrategia: No poner nada en la biografía, cambiar la ubicación y poner cualquier avatar, menos su foto. Así le sería más difícil al régimen saber quien opinaba diferente. A mí me sirvió, de @CheoPereira cambié a @CheoGomez. Para ese entonces había muchas cuentas idénticas, pero con variantes. Sin habernos puesto de acuerdo, miles de personas estábamos haciendo algo en común.
En Guayaquil un Banco muy conocido fue cerrado. Nadie supo los motivos, pero ese día fue de caos. Jhon me volvió a llamar y me dijo que pensaba que era el momento de hacer pública esa información. Yo le dije que no, que quizá eso solo aceleraría la debacle nacional.
El país estaba entrando en ambiente gris. La gente sabía lo que pasaba, pero nadie sabía cómo actuar. Todos tenían miedo a protestar, a contradecir a un partidario del innombrable. Las paredes tenían oídos.
A pesar de lo que pensaba, la idea de Jhon de publicar el video me quedó dando vueltas en la cabeza. Esa noche @Mayita_A fue a acompañarme y me dio algunas ideas para despistar a la policía, ideas que alterarían el rumbo de la historia que estábamos viviendo y que yo no dudaría ni un segundo en poner en práctica.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Malas Noticias 18

Nine llegó hasta la casa de mi hermana, pero no se bajó del auto. Los dos agentes tuvieron la responsabilidad de decirle a Verónica que lo de Javico tenía solución, puesto que se trataba de un muchacho inmaduro.
El balde de agua fría cayó cuando le hicieron una sola pregunta: Por cierto ¿sabe algo de su hermano el periodista? Queremos saludarle.
El cuestionario fue muy claro para mi hermana. Se trataba de una especie de amenaza y con eso estaban poniendo las cartas sobre la mesa. Era un mensaje directo para mí.
Al otro día @JavicoEC salió de prisión. Vero quedó algo tranquila y Nine logró su objetivo: preocuparme.
Aunque no les habían dicho nada de mi paradero. Sabía que ese era un aviso. Desde ese entonces dejé de decirle a mi familia donde estaba.
Llamé a mi mamá desde el celular que sabía podría estar intervenido y le dije que estaba paseando en el Perú. Ese fue nuestro plan para que quede claro que mi familia no iba a saber cuál era mi paradero.  
Así pasé más de una semana de incertidumbre. Leía la nueva línea editorial del diario El Universal, todas eran buenas noticias y obras del régimen.
Todo era nervios hasta que llegó la verdadera mala noticia. Jhon ya había recibido el ultimátum para inventarse algo de que acusarme. Del Ministerio de Gobierno le llegó la coartada: Terrorismo intelectual y atentando contra la seguridad nacional, orden de captura contra el licenciado Cheo Pereira. Ese día empezarían a buscarme legalmente.
La bruja de Nine se había vuelto visitante frecuente de mis familiares en Santa Risa. Asumía un papel de conciliadora y buena gente. Quería ganarse su confianza y trataba de convencerlos que me entregara. Ellos no la sacaban a patadas porque sabían que nada ganarían. A esas alturas nadie sabía dónde estaba.
Cuando la orden de arresto se hizo pública, las redes sociales se conmocionaron. Ese era hasta el momento, el único medio de comunicación donde aunque con miedo la gente se atrevía a opinar.
Cientos de menciones me llegaban al twitter. Insultos, mensajes de apoyo, preguntas y más. Estaba asustado pero aliviado a la vez. Sabía que una vez hecho público el asunto no me iban a matar. Sin embargo no estaba dispuesto a terminar en la cárcel sin haber cometido delito alguno.
Los uniformados me buscaban en la zona urbana de Santa Risa, pero @NineMedranda tenía una buena informante que le abrió los ojos: Teresa. Ella le aconsejó buscarme en las parroquias rurales que eran mis lugares favoritos. Desde entonces Nine empezó a usar una herramienta más efectiva que la mejor de las inteligencias del universo: La sensualidad femenina.
Sabiendo del delirio de la gente por Barcelona, se empezó a vestir con la blusa del ídolo y una licra pegada a la piel. Atlética como ella sola alquilaría una bicicleta en el mismo taller donde yo conseguí la mía. Se dedicaría a pasear y a indagar de manera camuflada sobre las pistas de mi ubicación. Vestida como estaba cualquier hombre le daría información.
Viendo un canal peruano que alcanzaba a llegar a El Oro y que retransmitía a una cadena de noticias internacional me enteré que en Quito un grupo de indígenas quiso armar una protesta, pero fueron rápidamente intimidados por las fuerzas armadas. En Guayaquil los pocos valientes de derecha que quedaban realizaron un plantón, pero se les prohibió continuar con la manifestación.
Todos los medios que aun no estaban incautados informaban las cosas de manera superficial, con el objetivo de no molestar a “El innombrable”, como lo habían bautizado al presidente un grupo de tuiteros en las redes sociales.
Sabía que tarde o temprano iban a llegar hasta mi escondite. Nunca falta quien te traicione. Por eso se me ocurrió una idea que tenía que ejecutarla ya.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Entre gallos y media noche 17

Esa noche hubo una pequeña canchada con unos vecinos. Música, baile en la vereda y cerveza. Era una celebración peculiar de don Rogelio, un señor conocido como “saco e cacho”. El veterano estaba feliz porque la mujer que le adornaba la frente le había dado el divorcio sin quitarle un solo centavo.
Yo estaba muy preocupado por el episodio de esa tarde en las cascadas, pero tranquilo porque luego de hablar con Jhon confirmé que Nine estaba en el hotel.
Eran como las 12 de la noche cuando me fui a la parte del patio para llamar a Elizabeth, pero atrajo mi atención un extraño ruido en un cuarto donde guardaban cacao. Fui despacio, me paré en un banquito y me asomé por una rejilla. Era un hombre y una mujer jugando al 42 sobre los sacos de cacao. Se trataba de dos amantes, ya que sus respectivas parejas estaban bailando afuera.
Subí al segundo piso para que nadie me moleste, hablé con mi novia por celular. No respondí las menciones del twitter porque ya no sabía cómo evadir las preguntas de los amigos y followers. Muchas llamadas perdidas en mi celular de siempre. Solo contestaba la de mis familiares más cercanos.
Me quedé dormido como media hora. A las dos de la mañana el móvil me vibró en la barriga. Era Héctor Pérez, me contó que justo en ese momento El Universal estaba rodeado de militares y otros funcionarios públicos. La incautación era un hecho. No demorarían ni media hora otros medios de comunicación en reportar en vivo la noticia. Los uniformados tumbaron las puertas del diario e ingresaron. Fueron escenas dramáticas y gran parte del país veía estupefacto lo que sucedía en el país. Muchos en cambio no le dieron importancia al hecho y siguieron durmiendo. Otros más visionarios escondieron su dinero y joyas en sitios secretos de sus casas por si acaso.
Unas redactoras que estaban de turno fueron encontradas al interior del diario llorando y desconcertadas.
Cuando salió el sol y la gente vio mejor en las noticias lo que había pasado, recién pudo tener una idea de lo que esto significaba. Sin embargo una cadena del gobierno donde aseguraba que todo era parte de un proceso legal,  (en efecto lo era),  que los periodistas y demás empleados conservarían sus cargos, que la libertad de expresión estaba intacta y que todo seguiría normal. Esa mañana el pueblo tenía solo la alternativa de quedarse frío y no mover un dedo, ya que el asunto era irremediable.
Los dueños del diario aprovecharon la opción que le dieron de salir del país. El editor general del medio fue removido de su cargo y lo mismo ocurriría de  poco con los demás. @HPerezName tendría la suerte de quedarse ahí.
En twitter comencé a recibir muchos mensajes y menciones sobre el asunto, puesto que lo que había publicado en mi blog en un inicio resultó verídico. No respondí a nadie ese día.
La incautación del diario tomó por sorpresa a la misma Nine y sus sabuesos. Ella vio ese momento como el adecuado para dar su primer golpe. Mientras toda la atención se concentraba en Guayaquil y Quito por la incautación del diario, @NineMedranda iba a ejecutar su plan A.
Esa tarde se llevaron preso a @JavicoEC, un ahijado de mi hermana que vivía con ella desde hace varios años. Lo habían detenido borracho y haciendo escándalo en la vía pública, pero el informe de la policía estaba amañado y lo acusaron de poseer medio kilo de sustancias prohibidas. La cosa se puso fea en la casa de mi hermana, quien ese día anduvo de arriba para abajo tratando de sacarlo, pero todo fue inútil.
Javico dormiría esa noche en prisión y recién al día siguiente llegaría a la casa Nine con una propuesta que me pondría entre la espada y la pared.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Valle Hermoso 16

Con Nine en Santa Risa sabía que las cosas no eran tan sencillas. Ella no iba a cometer los errores que cometió Darwini. Era bella, inteligente, impecable y lo peor que andaba con dos oficiales de inteligencia. Lo que significaba que a partir de ese momento no podría volver a visitar a mis hermanas. Quizá ella no tenía la intención de matarme, pero no sé porqué la creía capaz de hacer cosas peores.  
De buena fuente supe que un organismo internacional tenía a gente en el país recaudando información sobre la persecución a periodistas, eso me daba algo de tiempo. Por Jhon me enteré de muchas cosas. Yo no era el único cojudo al que perseguían, pero si el que poseía algo que en ese momento ya estaba colgado en una página web nueva y desconocida. Elizabeth y Maylin tenían la clave de la nueva página y con solo un clic harían público el vídeo de las intenciones del gobierno de suspender las elecciones y ese mismo día decretar un “estado de continuidad temporal del gobierno en el poder” lo que al buen entendedor significaba dictadura.
Sabiendo de los alcances de Nine me fui a Valle Hermoso, un sitio ubicado cerro adentro de Bella María. Ahí vivía un primo al que no quería molestar, pero tocó caerle. Su casa estaba en el centro de una parcela donde sembraba cacao, papayas, mangos y otros frutos que estaban de agarrar y llevarse a la boca. Apenas toqué la puerta un perro viejo color café me recibió moviendo el rabo, a su edad había cambiado la estrategia y en lugar de ladrar buscaba simpatizar con los desconocidos.
Heraldo era el nombre de mi primo, de mediana estatura, algo calvo, gordo y con culo de mujer. Lo bueno de la gente del campo es la hospitalidad y era justo lo que necesitaba: alguien que me deje pasar la noche ahí. Llegué a la hora de un rico seco y caldo de gallina criolla con un jugo de naranja sin agua. Me acomodaron un cuarto y ahí pasaría varios días.
Una noche vimos el partido de vuelta de Barcelona vs Alianza Lima en Perú, el ídolo sacó un empate y clasificó a los cuartos de final de la Copa Libertadores de América. Heraldo era de esos amarillos enfermos y celebramos con los vecinos ese momento amarillo.
Unos días me la pasé en una mina abandonada acompañando a mi primo. Él creía que aun podría encontrar oro y volver a tener dinero como un día lo tuvo la familia Pereira.
Otros días los pasaba cosechando cacao, papayas y otras frutas de las que comía con mucho gusto.
Parte de las tardes y las noches enteras me dedicaba a chequear información, tuitear cosas viejas del blog, contactar a mi familia y pensar en el siguiente lugar al que me tocaría huir.
Jhon estaba en Santa Risa, según las autoridades investigando, pero en realidad ayudándome gracias a Dios.
La única manera de ir a Santa Risa debía ser en Bicicleta. Es así como fui un par de días y le seguimos los pasos a Nine. Digo le seguimos porque Jhon sabía que es lo que ella hacía, pero hasta ese momento ella no sabía la identidad del uniformado.
Yo no significaba un peligro para que el régimen use la fuerza armada y eso era justo lo que muchas veces los gobiernos no sabían cómo controlar, pues lo que yo poseía era información confidencial y eso es más peligroso que la pólvora.
Por esos seguimientos nos dimos cuenta que Nine me estaba buscando gradualmente. Primero indagando en la zona urbana del cantón, conociendo a mis familiares y todo lo demás. Ese hecho me dejó muy preocupado, pues si me estaban persiguiendo solo aca, quería decir que sabían que estaba en Santa Risa y eso solo podía ser obra de Teresa.
Un día me encontraba en las cascadas junto a otros turistas. Estaba subido en un árbol chupándome una naranja y mi bici tirada en el piso. Justo veo estacionarse una camioneta de la que se bajó una mujer hermosa, era Nine.
Casi me caigo de la mata, pero me quedé quieto como un camaleón. Cuando me fijé bien en sus prendas supe que estaba ahí por relajarse. Estaba vestida con una licra negra hasta las rodillas y una blusa del Barcelona, se quitó las zapatillas y se metió al agua. Al parecer los encantos de los paisajes verdes de Santa Risa la habían seducido y  como típica hija de funcionario público aprovechaba para divertirse. Los que trabajaban eran sus celadores.
En la rama del árbol me encontraba muy asustado, pero recordé que ella no me conocía en persona y que había visto mis fotos con cara de niño bueno, pero nunca la cara de náufrago que tenía ahora.
Ella estaba dentro del agua y los otros dos tipos en pantalonetas comiendo frituras. Cuando salió del agua se quitó la licra y se quedó en una tanga de baño, parecía otra gringa más, solo que con buen cuerpo. Se recostó en una toalla, se puso unas gafas y tomó el sol.
Me quería largar de ahí, sin embargo me tocó esperar a que se fueran, y eso fue como a las seis de la tarde. Antes de irse nuestras miradas se chocaron, sentí que los que sabemos se me subían a la garganta, pero cuando se fue me di cuenta que @NineMedranda no tenía la mas mínima idea de cómo era yo. La muy gil me imaginaba alto, simpático y fuerte, todo lo contrario a mi actual realidad. Esa tarde le di al pedal como diablo y llegué a la casa de mi primo a pasar la última noche, ya que esa madrugada el país tendría una noticia que nos pondría los nervios de punta a todos. El principio de todos nuestros males.

Bella Maria 15

La ventaja de andar en bicicleta en Santa Risa era que todo el mundo hacía lo mismo. El albañil con su bici panadera, el pandillero con su bmx, el turista con su montañera y los prófugos como yo tirando pinta de todo un poco. Pasé por el centro de Santa Risa saludando a mis hermanas. Descansé lo suficiente. Pude verlos a todos y seguí rumbo a Bella María, pero esta vez en un taxi. Mis piernas estaban magulladas. Metí la bici en el maletero medio medio y me fui. No quería exponerlos. Ellos no tenían la culpa de que a mí se me haya ocurrido la idea de estudiar periodismo y ejercerlo con dignidad.
La parroquia estaba llena de turistas. Me alojé en un rancho llamado las tres princesas. Ese día saqué la portátil de la mochila y revisé noticias en el cuartucho. Prendí la tele y nada de la muerte del chapa. Los medios no harían mayor escándalo. Ese día me la pasé recorriendo a pie los lugares cercanos. Me dejé el cabello todo afro y la barba de apóstol. Todos pensaban q era uno de esos turistas sin oficio que solo se dedicaba a vagar. Tomé fotos con la cámara y el celular.
Al otro día tuve una sorpresa en el rancho. Maylin estaba ahí con Michael desde muy temprano. Querían conversar conmigo. @Mixitop sacó unas cartas y me dijo que me iban a matar pronto. Que todas sus cartas eran negativas y que solo una daba una luz de esperanza. Yo que no creía en esas vainas le pregunta que si podía hacer algo y me dijo q ese era el problema. Que solo yo podía descubrirlo. Pasamos hasta el medio día conversando pendejadas y medias. Antes de irse Michael me dijo: Se lo que el gobierno quiere hacer, pero no sé porque alguien tan insignificante como tu interfiere en esos planes. Cuídate muchacho me dijo. Me recomendó que lo llame cuando quiera consultarle algo, puesto q iba a leer las cartas a diario. Por primera vez en la vida creí un poco en esas cosas. ¿Cómo él podía saber tanto?. Ese día me la pasé torturado en el cuarto. No hice nada más que tuitear, bloquear, seguir gente y todo eso. El tercer día ahí iba a ser el más movido de todos.
Jhon me advirtió que habían contactado a una de mis followers para que me haga un seguimiento. Era hija de un político oficialista, estudiante de derecho y muy cercana a mí en twitter. Claro que yo ignoraba quien era su padre. Ese día salí a Santa Risa a hacer unas compras. Fui en el bus y al bajarme me pareció ver en el centro un rostro familiar. Me oculté a la sombra de un árbol del parque Sucre. Era
@NineMedranda quien me seguía en twitter desde hace 4 años. Alta, blanca, con un color de piel dorado como maíz costeño. De ojos expresivos y con tal armonía en su rostro que le permitía presumir de su irrefutable belleza. Su avatar de twitter siempre dejaba ver una muchacha inocente, pero de sensualidad intrigante por ese privilegiado cuerpo caribeño que no todas las mujeres de raza blanca tienen la suerte de poseer.
Nos habíamos caído bien desde el principio, era también un contacto de mi bbmsn donde nos comunicábamos a diario. Como pasa siempre en las redes sociales, sabía mucho y nada de ella. Justamente @NineMedranda era la persona encargada de tenderme una trampa. Imaginé que Teresa tenía algo que ver.
Llamé a Jhon para contarle y no me afirmó si era ella, pero yo estaba casi seguro. Mucha casualidad. A una cuadra de distancia seguí sus pasos y vi al hotel que ingresó. Me devolví a Bella María. Ella me traería muchos problemas. Una mujer sexi siempre los trae.

martes, 22 de noviembre de 2011

XIV JUMÓN

Esa semana en Jumón me la pasé llamando gente, escribiendo en el twitter, promocionando cosas antiguas del blog, hablando con Elizabeth, calmando a mi madre y enterándome que Teresa asumía su cargo de asistente en la subsecretaria de investigación periodística del gobierno regional.
Jumón era una parroquia rural donde lo tradicional era la venta de comida en el borde de la carretera principal.
Encontré rápidamente donde sentirme cómodo y fue con la prima de Maylin.
Siempre que veía una mujer guapa y con sus atributos a flor de piel me quedaba callado. No era timidez, era un análisis detenido para ver si la belleza de la dama era equivalente a sus neuronas.
Luciana Tinoco era dueña de un comedor. Pasaba ahí solo de vez en cuando, ya que más se ocupada en modelar. A sus 22 años le preocupaban mucho las distracciones propias de su edad que el rentable negocio familiar que sus padres le habían dado en vida.  
Apenas entablamos conversación me di cuenta que era una mujer inteligente, universitaria. Me dijo “dame follow”, en primera instancia entendí otra cosa, pero luego tomó mi celular y se agregó solita. Luego me devolvió el follow y recordé porque nunca la había seguido en twitter, su user era  @LDU_STEFFY. Se había hecho liguista por esas novelerías de la vida y por el despecho de las malas campañas de Barcelona y Emelec, pero era una mujer bella y carismática.
Siempre andaba vestida en short que más parecía cachetero, una blusa pupera y un arete en el ombligo. Su piel morena al estilo de bronceado de playa y sus curvas perfectas eran una tentación ambulante. No podía dejar de mirarla.
Ella no acostumbraba a dormir en la casa de Jumón, pero por pedido de Maylin creo, mientras yo me quedé ahí, donde también vivían otros familiares, ella no faltó una sola noche. Conversábamos hasta muy tarde de muchas cosas. Tuiteabamos cualquier locura, salíamos en bicicleta, me fregaba con su liguita y trataba de averiguarme por qué estaba en ese lugar, a pesar de que su prima le había dicho que no me pregunte. Solo pude decir una verdad para ocultar otra verdad. Le manifesté que estaba tomando fotos para sacar un libro de los encantos de Santa Risa y que necesitaba huir de todo. Ella no me creyó ni media palabra, ya que había notado que en los horarios que iban a comer los policías yo nunca asomaba las narices. En realidad fue una linda semana.
Me enteré en las noticias que un organismo internacional se encontraba en el país para cerciorarse que todo marche bien. Fueron días de calma.
Muchos turistas llegaban ahí a degustar el seco de pollo, de pato y de chivo; maduro con queso, bolón de verde, empanadas y otras delicias típicas de Jumón. Le tomé fotografías a todo.
Estaba tranquilo hasta que el domingo Jhon me llamó, me dijo que comprara el diario “El Correo” y colgó.
Compré el periódico y apareció en la página de crónicas la foto de @DARWINISSALSA con un orificio en el medio de la frente, sin camisa y sin pantalón. El chulo lo había descubierto haciéndole el amor a la prostituta en un hotelucho de la zona. Lo que implicaba que ya no eran negocios, sino cachos. El proxeneta los vio así y no dudó un segundo en pegarle un balazo. Darwini no tuvo tiempo a reaccionar. En ese momento un sentimiento extraño me invadió el ser. No sabía si esto era bueno o malo. Me había quitado un peso de encima sin mover un dedo. El destino se encargaría de eliminar al chapa del camino. Sin embargo sentí pena por él y su familia. Creí que no debía morir de esa manera. Nadie merecía la muerte aunque él haya estado deseando la mía. Oré por su alma. Recibí otra llamada de Jhon y me pidió que me cambie se sitio. No pude despedirme de Luciana, solo de sus primos Salí en la bicicleta rumbo a Bella María, otra parroquia rural de Santa Risa. Las cosas empezarían a tomar otro color desde ese instante. Se me estaban acabando las vacaciones.

lunes, 21 de noviembre de 2011

XIII TORATA

Sabiendo por mis contactos y las noticias de la tv como andaba la cosa en Guayaquil y Quito tenía que pensar que carajos hacer con Teresa. La muy perra me había traicionado. Desde el colegio nunca confíe en los buenos alumnos, ya que por lo general suelen ser egoístas. Aquí estoy, confíe una vez y me jodí.
Ocupado como andaba averiguando esos detalles, casi me olvido de Maylin.
La pobre no había podido eludir su responsabilidad de ser guía de @DARWINISSALSA y habían recorrido el lugar en bicicleta, a pie, escalando un cerro y más. Pero no todo le resultó al chapa, ya que de último momento le adjudicaron a ella una pareja de turistas italianos. Ellos hablaban el español a su manera, pero no entendían ni media palabra cuando los latinos conversaban. Él trató de preguntarle por el turista con el que ella había salido la tarde anterior, pero ella evadió profesionalmente todas las trampas verbales de Darwini.
Su paseo duró hasta las 4 de la tarde. El policía estaba muerto de cansancio se quedó en el hostal, donde Michael le tenía preparada una sorpresa. Al rato Maylin me llamó y me contó todo.
Eso me dio un tiempo para recorrer Torata, que de por sí era un lugar pequeño. Tenía una sola iglesia católica, un parque, una escuela, una cancha de fútbol y una sola calle, ya que los demás eran pequeños callejones y caminos a las fincas. Desde la cancha se podía ver la iglesia y todo el paisaje de cerros verdes. Me fui en la bici hasta “Camarones” un pequeño sitio a menos de 5 minutos de ahí donde hay un pequeño chorro de agua que brota de una piedra. Por curiosidad bebí de esa agua helada. Seguí por esos caminos de tierra roja y me detuve frente a una mata de papaya, estaban maduras y al alcance de las manos. Eso fue un manjar. Estaba aprovechando los últimos ratos de paz de ese día para conocer lo que más podía. Algo me decía que nunca más volvería por estos lares. Solo el tiempo me iba a confirmar la premonición.  
Soy un idiota pensaba a ratos. Recorriendo el campo el lugar de irme lo más lejos posible. Luego pensaba que lo que hacía era lo mejor, ya que cuando se trata de gente inocente la policía hace lo posible por encontrarlos. Irónico, pero cierto. Hasta ese momento le había tomado foto a todo. Esa misma noche tendría que irme del lugar.
Avanzando por el campo me encontré con una pareja de ancianos ordeñando una vaca. Los viejitos me vieron con cara de susto, pero al ver mi cámara de fotos sonrieron y se arreglaron los sombreros como esperando salir en una postal. Me invitaron a probar la leche recién salida de la ubre del animal. Me sentía como una criatura, como quien sabe que cada minuto puede ser el último. Si uno supiera cuando se va a morir, todo sería distinto y hasta mejor… traumático, pero mejor creo.
A las ocho de la noche llegó en una camioneta @Mixitop con @Mayita_A. Ellos me irían a dejar a Jumón, otra parroquia de Santa Risa. Michael me contó que no había que preocuparse de Darwinni, ya que le había preparado una merienda que contenía una ensalada con un picadillo de hojas de campana. Esa flor servía de base para crear la escopolamina, también conocida como la burundanga, muy usada en el país por los delincuentes para dormir a sus víctimas. Así que el paco dormiría como un bebé toda la noche.
Al día siguiente, guiado por su instinto Darwini saldría a buscarme a Torata, Zaracay hasta llegar a Piñas, Zaruma, Balsas, Marcabelí. Ese chiste le costaría una semana a Darwini, a quien Jhon ya tenía bien situado y me informaba de todo lo que hacía. Además el uniformado había perdido mucho tiempo en un chongo de Portovelo donde se encabronó con una colorada del lugar que no parecía puta sino modelo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

XII La Perla

Si en la capital la cosa era tensa, en Guayaquil no era tan diferente el asunto. Los periodistas que trabajaban en medios sin poder, pero supuestamente independientes del régimen tenían los nervios de punta. Los que laboraban en diarios, canales o radios estatales o incautados tampoco estaban tranquilos, ya que podían estar ganando buen sueldo, pero ellos sabían que algo no andaba bien.
El Universal era un limbo, sus dueños, jefes y demás empleados solo hablaban de la posible y cada vez más cercana incautación. Habían perdido un juicio por injurias calumniosas con el gobierno y ya no tenían escapatoria.
Héctor Pérez me contaba todo lo que ocurría ahí. Era un redactor y constante tuitero que trabajaba para un suplemento del diario. @HPerezName era su user. Lo había conocido en la universidad en algunas campañas políticas.
Desde Torata solo se me ocurrió llamarlo a él para preguntarle por Teresa. Me dijo que ella llevaba semanas gestionándose un trabajo en una de las subsecretarias del gobierno y que ya lo había conseguido. Pronto dejaría el diario y asumiría sus nuevas funciones. Cuando él me contó eso, todo fue claro para mí. Me fue fácil deducir que ella había acudido a un contacto en el poder a quien seguro para sumar puntos le habló sobre mi trabajo periodístico. Le pedí a Héctor que no le dijera a Teresa que pregunté por ella.
En ese momento supe que yo tenía muchos problemas. Ella sabía que yo poseía en un disco duro además de la grabación, el vídeo de los funcionarios públicos hablando sobre la suspensión de elecciones. Y si ella lo sabía, la gente del gobierno también. Por eso era que querían encontrarme y desaparecerme.
Llamé a mi familia en Guayaquil y me enteré que habían visto algunas personas extrañas merodear la casa. Pero sabían bien por Jhon que no los tocarían a ellos. El asunto era conmigo. No se iban a arriesgar a nada.
Ese mismo día Barcelona jugaba de local un partido de la fase de grupos de la copa libertadores. El ídolo había vuelto a jugar ese torneo en calidad de campeón del fútbol nacional después de muchos años de espera. Las calles de la perla del pacífico estaban pintadas de amarillo, parecía fiesta de fin de año.
Empecé a recibir menciones al twitter de @ÅriannaBsc, @La_Psicologa__ entre otros followers preguntándome  a que localidad del estadio iría, ya que yo era un hincha enfermo del equipo amarillo. Llevaba tres días sin tuitear nada desde que escapé de Guayaquil y la gente se empezó a dar cuenta. Estos días los había leído, había recibido menciones, pero no quería darle chance a los sapos. Pensé que era mejor pasar desapercibido.
Sin embargo a esos tuits respondí “claro que iré, estaré en palco como siempre”. Ellas iban a la general, así que no notarían mi ausencia.
Sabía que con ese tuit era posible que en los palcos del estadio acudieran muchos infiltrados ese día. Así fue. Desde entonces me di cuenta que la estrategia de tuitear así podía servirme.
Mientras Guayaquil vivió su fiesta, los periodistas su guerra de nervios, yo había descubierto una traidora y tenía que pensar rápido que hacer, ya que Teresa conocía muy bien mis posibles paraderos y que quizá no se había tragado el cuento de que fui al Machupichu. Ese día Barce ganó 3 a 1 al Alianza Lima con Teresa en una suite tratando de identificarme. Perdieron el tiempo. Pero no se quedarían quietos. Ella tenía que cumplir con su parte del "contrato laboral".

viernes, 18 de noviembre de 2011

XI LA CAPITAL

Mientras yo recorría los rincones de la vegetación de Torata, en Quito había un clima muy tenso. La gente en los parques y plazas hablaba de la posible incautación del diario. Todos pensaban que ese era el principal motivo para preocuparse, cuando en realidad lo que estaba por venir era algo peor. Esos eran días en los que aún se podía conversar. Meses atrás el gobierno había hecho su cálculo de popularidad pensando en las próximas elecciones, no le gustaron para nada los resultados.
En la asamblea los oficialistas y opositores ya no se daban ni el saludo. Muchos pactos se habían roto debido a la información de la presunta incautación del diario.
Luis Sinchiguano, asambleísta contrario al régimen me seguía en twitter desde que publiqué la primera “bomba”, tuiteaba bajo es user de  @s7ever y me mantenía informado de muchas cosas que hacían los padres de la patria, cada rumor, cada dato.
No me había atrevido a contarle nada de lo que me estaba pasando, ya que no confiaba en ningún político. Ese día Luis me envió un mensaje a la cuenta de la red social, me dijo que sabía todo y que la información que manejábamos era fidedigna. No le respondí en ese momento por temor a las trampas. Pero lo haría al rato. Siempre tuve el temor de que podían intervenir la cuenta de mi blog y twitter, pero Sergio León amigo de Luis había hecho de la cuenta del asambleísta una verdadera fortaleza, que ni el más dañado de los piratas podría violar su seguridad. Sergio nos seguía de cerca en como  @sergio_leon. Por mi cuenta @zantytaz se ofreció a ayudarme contra los continuos ataques a mis cuentas. Lo conocí en Ambato gracias a un amigo. Él blindó las páginas de cualquier peligro. Gracias a esos dos genios de la ingeniería en sistemas podíamos estar algo más tranquilos.
Luego de pensar en esos detalles le hice una llamada a Luis. Hablamos poco y concreto. El punto más importante fue su recomendación de no publicar aun la información de la postergación de las elecciones, esa era una bomba de tiempo que aun no debía reventar, ya que los resultados podían ser catastróficos. No sé porque, pero le hice caso. Solo entonces recordé que no por gusto el gobierno quería acabar conmigo. Después de todo, las otras publicaciones que había hecho igual salieron en varios medios y a ellos no los perseguían. Era ese el detalle. Ellos sabían que yo poseía esas pruebas. Pero ¿cómo podían saberlo? Ellos iban a secuestrar el país en algún momento, pero si la información se filtraba antes, los organismos internacionales podían hacer algo y acabar con sus planes.
Luis seguía investigando cosas en la asamblea y yo daba vueltas pensando en que me había ganado un boleto a la tumba al recibir esa información. Pensé que quién me la envió no me pudo haber acusado porque también estaría muerto. Entonces ¿Quién me vendió? Luego un solo nombre se me vino a la mente: Teresa.

martes, 15 de noviembre de 2011

X Escape de La Avanzada

Darwini confirmó que había pasado la noche ahí, solo entonces imaginó que yo podría saber que él me estaba buscando, pero más factible le parecía la idea de que salí temprano por casualidad. El administrador del hostal Michael Reyes, vecino de Maylin, quien sin yo saberlo también era un follower de twitter y su user era @Mixitop. Además de ser dueño de la posada era un adivinador muy conocido en la zona sur del Ecuador y la parte norte del Perú. No sé si lo hizo con intención, pero dijo a Darwini las palabras precisas para que piense que yo había salido en la total normalidad y sin mayor sospecha en la madrugada. Lo que era yo, del susto me había metido en un cacaotal, pensé que me estaban siguiendo. Llevé la bicicleta conmigo por esos caminos donde solo los trabajadores de las fincas entran a pie. Llegué a un riachuelito y me escondí atrás de unas plantas de cacao.
Maylin fue al hostal a invitarme a desayunar, me había preparado un tigrillo, no me encontró, pero si al chapa vestido de civil anotándose en la recepción. Él la miró de pies a cabeza y Michael le dijo con la mirada “no menciones el nombre tu amigo”.
Darwini, un zorro investigador como él solo, se dio cuenta de algo, pero no dio muestras de nada. Se quedó tranquilo. Pensó que me podían estar ocultando por ahí cerca por lo que quiso despejar ciertas dudas y se quedó dos días más en La Avanzada conociendo el lugar.
Maylin se reunió en privado con su vecino, él le dijo “tu amigo anda huyendo y el man que está afuera es paco”. Ella se quedó desconcertada, puesto que sabía que el adivinador nunca se equivocaba en esas cosas.
Apenas pudo me llamó por teléfono, al nuevo número, ya que el antiguo solo lo usaba para estar al tanto de las redes sociales. Me contó lo que había hablado con Michael y no pude negarle lo de mi estado de fuga, pero no le conté todos los motivos. Solo me juró que no diría nada.
Ella me contó lo del hospedaje de Darwini, lo que me dio tiempo de comerme dos cacaos, guardar otro en la mochila y salir rumbo a Torata en mi bicicleta. Nadie sospecharía que yo andaba en ese medio de transporte al igual que decenas de turistas gringos que les encantaba conocer la geografía del lugar. Era una estrategia arriesgada, pero ingeniosa.
Mientras tanto en Machala, donde estaba Jhon, tenía una misión poco agradable: inventarme un delito o crimen para que mi persecución fuera legal. Él se tomaría un par de semanas para darme tiempo.
Llegué a Torata con las piernas hecho trapo y con la inquietud mas de a mierda que había sentido en el pecho: Maylin me contó que Darwini se había dado modos para contratar sus servicios como guía turística mediante la agencia oficial de la parroquia. Esa era otra de las actividades de ella. Yo sabía que ese ‘carita’ sospechaba algo y     que podía hacerle daño. Aquella noche dormí de cansado, pero tuve pesadillas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

IX La Avanzada

Mientras Darwini se paseaba por el negocio de mi hermana mirando todo con atención y maquinando una jugada perversa, yo en la avanzada estaba a punto de tener un día feliz.
Maylin Leon Wong era el nombre de @Mayita_A, sus antepasados asiáticos le habían heredado ese aire misterioso en su mirada y sus movimientos, por eso me sorprendió cuando desde uno de los cuartos salió con una bicicleta y me dijo que tal si recorremos la avanzada un rato, me encantaría salir en tu blog. Su mirada fue muy brillante.
Mientras recorríamos la calle principal del lugar, Darwini comía en la pizzería del centro y comunicaba a un superior que tenía bien ubicada a mi familia y que pronto encontraría la forma de dar conmigo.
De momento en La avanzada, todo se me hacía nuevo otra vez. Las casas llenas de plantas y flores en las veredas, el viento acariciándonos el rostro, la gente saludándome como si me conocieran, los árboles de mangos, de guaba, de naranja. Todo era tan palpable e irreal a la vez. El lugar era el mismo de hace 15 años, olía a polen y de vez en cuando asomaba un arcoíris. Llegamos al rio y seguía siendo la misma calle con agua como yo le decía. Cristalino y lleno de piedras multicolores. Desesperado me bajé de la bici, me quité los zapatos, la camiseta, y me arrodillé en el agua. Me mojé el cabello y la barba, parecía que era la primera vez que veía el agua. Bebí del rio y nadé en una poza cercana. Me sentí como un niño. Sabía que debía disfrutar cada segundo, ya que podía ser el último.
De su lado Darwini buscaba un lugar donde hospedarse, llegó hasta el “Hotel Santa Risa” y ese día se dispuso a ver televisión y dormir. Pensaba que relajándose pensaría mejor como llevar a cabo su jugada.
En Quito las cosas se calmaban de a poco, reuniones a todo momento para apagar los rumores de la incautación de “El Universal”.
En la Avanzada, luego del baño en el rio continuamos a pie llevando las bicicletas hasta un quiosco de venta de jugo de caña. Ahí recibimos la tarde.
Dormí en un hostal aquella noche, ya que no me atreví a pedirle a Maylin que me de hospedaje, ni creo que lo hubiese hecho. Me asomé al balcón a tomar el aire de la mañana y me di cuenta que conocía de alguna parte al tipo que estaba en la panadería de en frente. Busqué en mi celular el user  @DARWINISSALSA y era el mismo. Parece que ese día no se había dedicado solo a dormir, sino que hubiera averiguado algo sobre mi paradero. Desde la ventana vi que el señor de la panadería le señalaba justo a la hostal donde yo estaba. Sabía que mis problemas habían empezado ya en serio. Sin camiseta tomé mi mochila y salí por la parte de atrás y cual caballo monté la bici y me perdí en las calles terrosas del campo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

VIII Inicia la travesía

Dormí hasta las 8 de la mañana, ya que me despertó el celular con la canción del ídolo. Era Jhon, me dijo que no podía estar ni un minuto más en casa de mis hermanas, ya que al parecer él ya no era el único encargado de averiguar sobre mí. Entre mis followers del twitter se encontraba @DARWINISSALSA un policía que me seguía de hace tiempo, se había enterado de mi caso y tenía orden de encontrarme por su cuenta. En ese momento pensé en recurrir a un par de contactos en los medios para aducir amenazas de muerte por mi labor periodística, pero reflexioné que eso solo prendería más las ganas del régimen por acabar conmigo. Tomé mi mochila amarilla con su escudo de Barcelona, le di a Verónica un dinero para que pague la bicicleta en el taller y salí rumbo a La Avanzada donde vivía @Mayita_A. Llegué como en mis años de colegio en la bicicleta, me tardé 45 minutos desde Santa Risa. Me detuve frente a una casa de madera con techo de zinc, adornada con geranios, rosas, claveles, tréboles, en fin, una completa flora en la vereda y la ventana de la casa. Dejé la bici sobre el césped y me dirigí a la puerta, pero me caí de nalga cuando me asustó un perrito lanudo que ladró como si me odiara de toda la vida. Mientras amenazaba al cachorro con una supuesta piedra que amagué tomar del piso, se abrió la puerta y salió una viejita que me acusó de estar maltratando al perro. Luego salió una hermosa mujer que me costó trabajo reconocer por unos segundos.  @Mayita_A había dejado de ser la niña que conocí en la infancia y la época del colegio, para convertirse en una dama esplendorosa como sus cabellos ondulados. A pesar de que nos seguíamos del twitter, no podíamos identificar bien en el avatar como habíamos cambiado. Ella ni siquiera me reconoció, solo me preguntó ¿qué quiere aquí? ¿quién es usted? Cuidado con el perro advirtió. Sonreí y le dije soy Cheo, se le pusieron los ojos grandes como lunas y se pegó una carcajada. Mandó al perro a la casa y me hizo las típicas preguntas de la gente que se ve luego de varios años. No le conté nada de mi problema por si acaso, pero ella sospechaba de algo por la cara que ponía. Era muy extraño que yo esté ahí un día cualquiera, en bicicleta, como si nada y con una mochila donde parecía llevar toda mi vida.
No has tuiteado nada estos días, me increpó.
Decidí darme un descanso, le dije.
Pero tú hasta las vacaciones compartes con la gente, inquirió.
Les desvié la conversa preguntándole qué tal era su trabajo de maestra  y otros temas más para entretenerla.
Tomamos café, pan con mantequilla y queso.
Mientras los dos pasábamos de lo más lindo @DARWINISSALSA estaba en Santa Risa, él andaba atrás de una medalla que le permita ascender y quería congraciarse con el poder. Yo ignoraba por completo lo que Darwini era capaz de hacer, y estaba solo a horas de descubrirlo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

VII Recorriendo Santa Risa

Santa Risa lleva ese nombre por el error histórico de un escribano medio ciego de la época de su nacimiento como cantón. Muchas veces quisieron devolverle el nombre verdadero, el de Santa Rosa de Lima, pero la gente se acostumbró a que los turistas llegaran al pueblo solo porque el nombre de este les llamara la atención. Los foráneos pensaban que lo de Risa era porque su gente siempre estaba alegre, y tanto incidió en sus habitantes esa idea que los Santarriseños casi siempre andaban risueños.
Era gracioso ver a las personas siempre con los dientes pelados. Incluso una reconocida empresa de crema dental la señalaba en una campaña publicitaria internacional y uno de sus productos llevaba el nombre del pueblo.
Era un lugar idóneo para vivir, vacacionar, enamorarse, descansar, trabajar y en mi caso: el lugar perfecto para esconderse.
Ese día aún me quedaba tiempo para darme una vuelta por el centro. Fui al taller de bicicletas “Barcelona” del flaco López y alquile una montañera amarilla. Recorrí el centro que aún conservaba parte de la arquitectura colonial, pasé por el Cruz García, por la Sucre y por el Zoila Ugarte; mi jardín, escuela y colegio respectivamente.
Quería olvidar los problemas por un rato, sentirme libre en la bicicleta, pero me pesaban las piernas. El saber que en cualquier momento te pueden meter una bala en la cabeza no te deja pedalear en paz. Sin embargo me recorrí los parques, iglesias, y me aventuré hasta Puerto Jelí, donde llegué con la lengua afuera. Miré el manglar, encadené la bici en el malecón y caminé a la playa. Los cangrejos escaparon a sus trincheras rápidamente. Me acosté en la arena y lloré, lloré como un niño resentido, lleno de temor e impotencia. No sabía cómo salir de ese problema, pero recordaba cómo me lo había ganado. Todo por dármelas de periodista, profesión que nunca me había dado de comer. Me senté en la arena y tiré piedritas al mar, las gallaretas se deben haber molestado por interrumpir la caza de peces que llevaban a cabo ese momento. Me relajé con el paisaje. Me quité la ropa quedándome solo el bóxer y nadé en el agua salada. Al salir no tuve fuerzas para pedalear y me fui en bus a casa, esa sería la única y última noche que dormiría bajo un techo seguro durante varios meses.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

VI Santa Risa

Llegué a Santa Risa solo a saludar a mis hermanas, sabía que no tardarían en buscarme allá. Aunque ahora el gobierno y los policías andaban más ocupados en distraer la atención de la comunidad internacional que se había pronunciado sobre la posible incautación del diario.
Teresa me envió un mensaje de voz al pin “Cheo, ¿dónde estás? Estoy que te llamo y no contestas el celular ni los mensajes.
Le respondí llamándola desde un móvil viejo con chip nuevo que mi hermana Verónica tenía preparado. Teresa no contestó la llamada. Pensé que algo extraño podría estar pasando, así que le dejé un mensaje de voz diciéndole que me había ido al Machu Pichu con unos primos y que estaría en Perú dos semanas. No volví a hablar con Tere, aunque pronto tendría desagradables noticias de ella.
Recibí una llamada de Jhon y me dijo que podría estar tranquilo al menos un par de días, el régimen no movería fichas hasta que las aguas se calmen. Eso me tranquilizó un poco.
Llevaba aproximadamente un mes sin cortarme la barba y tres meses con el cabello casi al estilo afro. Fui al centro con un gorro de Barcelona y unas gafas a tomarme un batido de banano con una tostada mixta en el “Soda Bar El Preámbulo”. Respiré hondo y me senté, saqué un cuaderno de mi bolsito y anoté todos los sitios aledaños a Santa Risa donde tenía un amigo o un conocido. Las cañas, Bellavista, La Avanzada, Torata, Valle Hermoso, Jumón, Puerto Jelí, Jambelí, entre otros lugares. Este era el sitio donde nací y al que la vida me había devuelto.
Habían pasado cinco horas desde mi escape de Guayaquil  y por fin me atreví a llamar a Elizabeth, mi novia desde hace 7 años. No necesitó de tanta explicación para entender mi exposición ni el problemota en el que estaba metido. Tampoco necesito de tanta advertencia para saber que ella debía mantenerse al margen por ser periodista de un canal de televisión que tenía cierta afinidad con el gobierno. Ese mismo día fuimos al ciber y acabamos con las cuentas de facebook. Nuestra vida había dado un giro de esos pendejos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

V Moncada

Jhon le llamaba la revolución de las perras cada vez veía una o más mujeres vestidas sensualmente por la calle, con sus traseros respingados hacia arriba y sus pechos duros.
Heredó lo mujeriego de su padre que cambiaba de mujer como cambiar de calzoncillo. De su madre heredó la virtud de trabajar en cualquier circunstancia sin perder el estilo de buena gente, aunque él agregó nuevos métodos en su forma de ganarse la vida. Desde tercer curso de colegio decidió que quería vivir solo y vino a Sta. Risa porque tenía  unos familiares. En Machala había vendido limones en el mercado y recorrido varias ferias de la provincia con la ácida fruta metida en saquillos, aunque por su espíritu fuerte y luchador él sabía que ese no era su destino.
Recién llegado a Santa Risa se hospedó donde su padre, que vivía en Los ceibos, pero salió corriendo a las dos semanas porque no soportaba a su madrastra de turno. Un tío materno que residía a dos casas le prestó un cuarto en el segundo piso solo por una semana. Jhon se quedó tres años, ocupó también la sala, el baño, el patio, como si hubiera nacido ahí. Lo cara de tuco era una característica peculiar y hasta caricaturesca en él, por eso no provocó la ira de sus familiares.

Ese era un sector peligroso y Jhon consiguió trabajo en el Night Club  de un tío paterno, del cual se pelearía a muerte cinco años después. El antro quedaba a tres cuadras de su domicilio. La "Casa Blanca" era un prostíbulo de poca calaña que gozaba de prestigio en Santa Risa por tener poco tiempo de funcionamiento, cero muertos, chicas jóvenes de otras provincias, y estar ubicada lo prudentemente lejos para ir y pasar desapercibido bajo las sombras de las ultimas mesas.
El piso era de cemento con manchas negras de chicles pegados. Lo que antes había sido una sala decente se había transformado en una hilera de mesas de madera con vallenatos y salsa a todo volumen. Rara vez se escuchaba alguna balada de moda, y eso era por que alguna de las chicas la solicitaba. La cocina se había transformado en un bar donde la cerveza valía un dólar y se almacenaban todas las marcas corrientes de cigarrillo y dos variedades de chicles. El congelador pegado a la pared que también colaboraba cortésmente a la contaminación auditiva con el ruido de carro viejo.
Los cuatro cuartos eran mataderos que olían a semen, a sudor, a condones desechados y a lágrimas derramadas en los colchones sucios y pegajosos, creando un ambiente tétrico donde difícilmente alguien se imaginaría un momento de pasión. Sin embargo yo una noche me gané buena fama de la que luego me jactaría ante mis amigos. Ajeno a la repulsión que me provocaba el lugar una madrugada me pegué dos palos al hilo con una puta conocida como la tres platos. Ella se dio cuenta de mi hazaña y en lugar de felicitarme como pensé que lo haría, me cobró doble, sin embargo el precio fue justificado porque le contó a Jhon lo que yo había hecho y él no demoró nada en correr el rumor por todo el colegio. Eso me dio una fama de virilidad ante las mujeres y mirada de respeto de los hombres. El techo era de zinc, lo que permitía que en la casa vecina los adolescentes se cuelguen de la pared para observar gratis una película pornográfica en vivo. Esa era la casa blanca y Moncada era el mesero oficial.

Al menos dos veces por semana lograba convencer a las prostitutas de acompañarlo a su cuarto gratis. Las muchachas que no eran de la provincia y que no tenían otro sitio para quedarse más que el mismo cuarto donde trabajaban solían aceptar pasar la noche en compañía de un amante conocido antes que quedarse a dormir en un cuartucho penetrado por el olor a alcohol y sexo barato.

El las metía a puntillas por la escalera rechinante de madera hasta el segundo piso. Una vez en la habitación la chica de turno se desnudaba sin pudor, sin tener un cliente en frente apuntándola, pero si se encontraba delante de sus ojos un impaciente intento de chulo que no sabía el momento de saltarle encima.
Por lo general lo acompañaba La Madona, nombre ficticio de la muchacha que en realidad se llamaba Carmen.  A golpe de cuatro de la madrugada La Madona ya completamente desnuda tenía la manía de salir al balcón del cuarto y dejar que el aire de esas horas le refresque las tetas, pocas veces manoseadas, porque eso si no se lo permitía a ningún cliente, pues temía que se le pusieran aguadas o se le cayeran. No le daba miedo que alguien pudiera verla, ya que el juego de monopolio de la vida la llevaba a muchos sitios vendiendo muy baratos sus más preciados tesoros y perdiendo para siempre la dignidad.
Quizá por eso aceptaba ir con Jhon y jugar un poco con su impaciencia. A veces deseaba que hubiera alguien en la calle mirándola e invitándola a bajar con esa seña que hacen los adolescentes cuando llaman a su doncella.
Al ver que nada de esto sucedía, giraba, entraba y se encontraba a Moncada desnudo, de piel amarillenta con la mano en la entrepierna preparando motores.

Totalmente dispuesto la agarraba del trasero con las dos manos y le llenaba las tetas con besos impares. Ella con esa risa característica de las 'mujeres de la vida' que significa una orden, lo empujaba a la cama. Ella tomaba una toalla que colgaba de un clavo en la pared y salía al patio. Se duchaba detrás de la puerta de zinc. La calentura que traía del trabajo le duraba hasta una hora después y solo se le pasaba cuando terminaba su baño. Se envolvía cubriéndose desde el torso hasta las rodillas y un frío serrano le hacía temblar el cuerpo desde los huesos hasta las uñas. A veces pensaba que hasta el cabello le tiritaba de frío.

Regresaba a la pieza recitando con una voz inconfundible, parecida a la de las maestras de escuela
-          A ver mijito. Yo no estoy trabajando. Las cosas se hacen a mi manera.

Ya bañadita, con el cabello mojado y pegándosele a los hombros y diminutas gotitas de agua temblando y brillando como estrellas en su piel, observaba a Jhon con cierto halito de poder en los ojos.
Mientras tanto el aguardaba en su colchón tirado en el piso de madera, fingiendo buscar los condones que bien sabía que no tenía, que no había comprado y que casi nunca compraba. Había aprendido a respetar el ritual hasta que la paciencia le dure. Ella sabía que con él podía gozar de caricias propias, no alquiladas, y disfrutar de los privilegios del sexo oral con un amigo. Le exigía continuar con un lengua entre sus piernas friccionando su clítoris grande que estaba cubierto por una pequeña capita de piel hasta alcanzar llegar al orgasmo, orgasmo que había estado la noche entera detrás de la puerta negandose completamente a salir y presentarse a desconocidos que no tenían ni la más remota idea de cómo saludarlo. Luego, ella devolvía el favor con elegante maestría. Lograban hacer el amor aproximadamente por una hora y media. Se besaban en la boca como dos enamorados. Eso solo se lo permitía a Jhon o algún otro amante de ocasión que ella escogía. Más de una vez llegó a entretenerse con un beso más que una embestida  profunda. 
Su cabello ondulado se movía de atrás para adelante al igual que sus senos, su piel mulata adoptaba el color de la noche en la penumbra. Luego de que Jhon no resistiera más y se moviera como electrocutado desatando su energía liquida, los dos caían rendidos en la cama y dormían placidamente hasta las doce del día en que el sol que entraba por la ventana les quemaba la piel desnuda y los despertaba. Esos fueron años dorados de la época del colegio.


Cuando se graduó de bachiller hizo el curso de policía y lo habían ascendido a comandante. Tenía una sandía dentro de la camisa. Su progreso comenzó cuando algunos superiores se dieron cuenta de su capacidad para tranzar con los más temidos delincuentes corrientes hasta con los peores corruptos de apellido burgués. Ese regateo en la calle vendiendo limones en Machala y el tratar más de tres años con meretrices le había dado una destreza única en los uniformes de la heroica policía nacional para lidiar con congresistas pillos de derecha e izquierda. Todos tenían un precio y él era el encargado de hacer las negociaciones que sus jefes, gracias a su subalterno, no hacían para que, si en un futuro pasara algo, su buen nombre no se vea mancillado en esas bajezas.

Todo marchaba bien es su vida económica y familiar hasta que un día desde el alto mando lo asignaron para que investigue a un periodista que molestaba al gobierno. Apenas recibió una foto en un sobre de papel me reconoció al paso. Se le heló la sangre, pero diestro para disimular aceptó el trabajo con una sonrisa.
El teniente Mario Cepeda, queriendo ser ambiguo con sus palabras le dijo
     Mire comandante, usted se ha de haber dado cuenta que en los años que lleva en esta institución no ha sido costumbre perseguir a los periodistas, verá.
Prosiguió sacando una cajetilla de cigarrillos de un bolsillo de su chaleco lleno de medallas otorgadas por la burocracia y no por merito alguno que honrara a su uniforme.
     Queremos que averigüe la vida de este tal Cheo. Así firma sus reportajes y la foto que ve ahí nos la entregó un coleguita suyo. ¿Le ve?
Jhon repasaba con la mirada la foto en la que aparecía yo con un grupo de compañeros del colegio de periodistas. Jhon trató en vano de preguntarle el nombre del generoso informante, pero ese dato no le fue revelado.

-          Como usted ha de haber visto en las noticias desde hace aproximadamente tres meses más o menos este sujeto tiene incómodos a mucha gente importante.
-          Si he visto mi teniente. El tipo tiene una página en Internet donde saca fotos de los famosos  en fiestas alocadas. A los hombres con mujeres ajenas, a deportistas saliendo de moteles con hombres. Hasta un diputado sacó saliendo de una casa en el Guasmo besando a la moza en la boca y cargando a su hijo. Hasta su mujer lo echó a ese hombre y la que se le armó en la asamblea.
-          A eso quería llegar Moncada. El asunto es que este tipo no trabaja solo.

-          Eso le iba a preguntar. ¿Cómo le hará para tomar esas fotos y grabar las cintas?

-          Ese es el asunto que más nos preocupa. Él solo coordina su página. Es la gente la que le manda las fotos y los videos. En todo el territorio nacional y hasta fuera de las fronteras hay ecuatorianos que se creen periodistas y no pueden ver un conocido, sobre todo si es político que 'plas' le toman una foto.

-          Ah chuzo. Pero al que no se porta bien y no se sabe hacer sus cosas a escondidas le va a ir mal con tanta gente por ahí haciendo de cámara escondida, sentenció Jhon.

Le preguntó al teniente que porque lo habían elegido a él y solo recibió como respuesta que el alborotador era de El Oro, de Santa Risa. Moncada comprendió que como él era de Machala, sus superiores pensaron que le sería menos difícil conseguir información de mi vida.
Lo que no imaginaba la policía y el detalle que no se perdonarían por el resto de la vida haber pasado por alto era no haber comparado la hoja de vida de Jhon con la mía para darse cuenta que nos habíamos graduado en el mismo colegio, el mismo año. 
Una pregunta más hizo  Moncada ¿Qué tiene que ver la policía con esto?, solo le respondieron que la orden venía de arriba.

Jhon se levantó y salió de la oficina con la última frase de Cepeda retumbándole los oídos como un bombo – Encuentre algo, averigüe algo o por último invente algo de ese tipo para joderlo y poderle meter un buen susto a ver si se sigue creyendo el Che Guevara de la información. No queremos pasar al plan b, que usted bien conoce.
Lo que el teniente Mario Cepeda no sabía era que yo odiaba el comunismo tanto como los excesos del capitalismo.

El orejón, como le decíamos a Jhon en el cole, sacó de su bolsillo el celular y buscó inútilmente mi número, recordó que hace seis meses había olvidado su móvil en un bar y ahora tenía otro. Desde que salió de esa oficina pudo sacar las culebras de su boca por primera vez. Maldijo.
- Mierda. En que se ha metido este loco. Yo le dije que se deje esas mariconadas del periodismo y se haga policía como yo.
A estas alturas fuéramos ricos y ya tuviéramos el motel que siempre quisimos ponernos.
Jhon pensó que sería fácil encontrarme y avisarme antes de que llueva sobre mojado.


A las 6 am cuando se disponía a salir al aeropuerto Mariscal Sucre hacia Guayaquil recibió una llamada que le heló las piernas y lo sentó nuevamente en la cama. Soltó su mochila de civil y no necesitó preguntar quien era porque reconocería esa voz entre miles. La había escuchado casi siete años en las noticias, en el programa radial de los sábados y en las cadenas televisivas que interrumpían la programación mínimo tres veces por semana.

Solo entonces supo que la cosa era seria. Esa mañana en Quito se le hizo más fría que nunca y recordó ponerse una chompa del Barcelona que hace un año yo le había regalado.

Llegó a Guayaquil como a las ocho y media por un retraso en la salida del vuelo. No se fijó en lo absoluto en lo acabado que estaba el José Joaquín de Olmedo desde que lo administra el gobierno central.
Un taxi viejo lo llevó a la Bahía en busca del almacén de mi padre. Dio vueltas como media hora confundido con esa multitud de comerciantes informales que habían invadido las calles. A su nariz le llegó un olor fétido y pudo comprobar absorto que a su izquierda junto a un comedor estaba una ruma de basura que no había sido retirada en una semana. A su derecha una indígena cagaba en plena calle mientras la madre le limpiaba la nalga y atendía a los clientes al mismo tiempo. Pudo ver a un hombre robusto y calvo con una camiseta pintada con grafitos de color amarillo, negro y rojo. Lo siguió entre los quioscos de la calle Ayacucho y le puso la mano en el hombro. Mi hermano lo reconoció de inmediato y lo llevó hasta el local. Yo estaba ahí todos los fines de semana.
Lo malo que cuando Jhon me dio la noticia era muy tarde. El día anterior habíamos recibido un vídeo de un alto funcionario del régimen conversando con un militar sobre la próxima incautación del diario “El Universal”, el único medio fuerte que tenía muchos problemas con el gobierno, pero que aún se manejaba de manera independiente. Le dije que acababa de colgar el vídeo en este preciso momento y ya lo había enviado hace varias horas a la agencia internacional que me había remunerado muy bien. Quise retirar el vídeo de la red, pero ya estaba en muchos otros portales y redes sociales, decenas de personas no se habían demorado ni 10 minutos en copiarlo en sus páginas. Solo entonces pensé al estilo de Pedro el escamoso “poseo problemas”
Sin embargo aun pensaba que las cosas no eran demasiado graves, hasta que Jhon volvió a atender su teléfono y se puso más pálido que nunca. Una vez que colgó me preguntó que qué otra información tenía, puesto que los jefes le habían dicho que debían pasar al plan b conmigo, y eso significaba darme unfollow del mundo de los vivos.

Le dije que teníamos información no verificada y que por eso no la publicábamos. Me preguntó de qué se trababa y le dije que según la grabación de una conversación telefónica entre un ministro y un asambleísta oficial en la que hablaban de que se suspenderían las elecciones presidenciales previstas para dentro de ocho meses, es decir que hablaban de una dictadura con todas sus letras. No la había publicado porque no estábamos seguros de los dueños de esas voces o si se trataba de un montaje, ya que esa grabación nos había llegado al mail en formato mp3. Nada era seguro, pero tampoco ilógico.

Al ponerme sobre aviso Jhon sabía que su carrera estaba en peligro. Me lo decía a ratos con la mirada, con ganas de que en un futuro si lograba salir de esta yo le devuelva el favor.

-          Loco, te voy a ayudar, me dijo, pero debes huir.

Así lo hice. Escapé a Santa Risa y Jhon daría largas a su investigación, hasta que la situación aguante, ya que lo que se venía era una bomba.

Luego de que esa información de la presunta incautación del diario se hizo pública, el gobierno salió a negarlo todo en una cadena nacional. Jhon debía pasar informes diarios a sus superiores sobre todo lo que había averiguado de mí.
Su primer informe llegó a manos de un alto jefe y decía “Se desconoce paradero de Cheo Pereira. Todo indica que lleva días publicando desde la sombra”

El viaje a Santa Risa se me hizo larguísimo. Me fui en la empresa de transporte turístico de un amigo con unos españoles medio patuchos como yo que se dirigían a El Oro para conocer Zaruma. En el trayecto iba escuchando las noticias en mi celular, el que temía que estuviera intervenido. Llegando  a Santa Risa quemaría el chip y compraría otro.