miércoles, 9 de noviembre de 2011

VI Santa Risa

Llegué a Santa Risa solo a saludar a mis hermanas, sabía que no tardarían en buscarme allá. Aunque ahora el gobierno y los policías andaban más ocupados en distraer la atención de la comunidad internacional que se había pronunciado sobre la posible incautación del diario.
Teresa me envió un mensaje de voz al pin “Cheo, ¿dónde estás? Estoy que te llamo y no contestas el celular ni los mensajes.
Le respondí llamándola desde un móvil viejo con chip nuevo que mi hermana Verónica tenía preparado. Teresa no contestó la llamada. Pensé que algo extraño podría estar pasando, así que le dejé un mensaje de voz diciéndole que me había ido al Machu Pichu con unos primos y que estaría en Perú dos semanas. No volví a hablar con Tere, aunque pronto tendría desagradables noticias de ella.
Recibí una llamada de Jhon y me dijo que podría estar tranquilo al menos un par de días, el régimen no movería fichas hasta que las aguas se calmen. Eso me tranquilizó un poco.
Llevaba aproximadamente un mes sin cortarme la barba y tres meses con el cabello casi al estilo afro. Fui al centro con un gorro de Barcelona y unas gafas a tomarme un batido de banano con una tostada mixta en el “Soda Bar El Preámbulo”. Respiré hondo y me senté, saqué un cuaderno de mi bolsito y anoté todos los sitios aledaños a Santa Risa donde tenía un amigo o un conocido. Las cañas, Bellavista, La Avanzada, Torata, Valle Hermoso, Jumón, Puerto Jelí, Jambelí, entre otros lugares. Este era el sitio donde nací y al que la vida me había devuelto.
Habían pasado cinco horas desde mi escape de Guayaquil  y por fin me atreví a llamar a Elizabeth, mi novia desde hace 7 años. No necesitó de tanta explicación para entender mi exposición ni el problemota en el que estaba metido. Tampoco necesito de tanta advertencia para saber que ella debía mantenerse al margen por ser periodista de un canal de televisión que tenía cierta afinidad con el gobierno. Ese mismo día fuimos al ciber y acabamos con las cuentas de facebook. Nuestra vida había dado un giro de esos pendejos.

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