lunes, 12 de diciembre de 2011

Supuesta calma

Capítulo 24
Rápidamente se pronunció la comunidad internacional rechazando la postura de Ecuador. Los ciudadanos aun pudieron enterarse por el internet de lo que pasaba. El Universal tenía portadas de alegría, obras y banalidades, como si nada estuviera ocurriendo. Héctor me llamaba a diario y me comentaba que sus colegas en lugar de periodistas parecían loros, ya que solo redactaban, opinaban y publicaban lo que el oficialismo permitía. Eso ya no era periodismo, era cualquier cosa, menos periodismo.
Los canales se dedicaban a pasar documentales socialistas, novelas, películas, dibujos animados, partidos de fútbol de alto nivel y otros programas de entretenimiento. La televisión local y gratuita era un lujo.
La gasolinera estatal tenía reservas colosales de combustible y para calmar a la población se redujo su precio.
Por orden gubernamental los mercados permanecían abiertos y los militares controlaban que los víveres se vendan a precio justo.
Las cosas hasta ahí parecían haber pasado de una pequeña tormenta a la calma. Mucha gente incluso pensó que esto de que el presidente siga en el poder no era tan malo, ya que no faltaba nada, es más casi ni robos habían por la presencia de policías y militares en las calles.
Los primeros días de toque de queda transcurrieron inadvertidos, sin embargo había sectores que estaban fregados, como por ejemplo los dueños de las discotecas, sector turístico y más empresarios relacionados a la diversión nocturna. Ellos aun no eran escuchados, hasta que poco a poco el malestar se fue regando como polvo al viento.
Llegó el jueves en que Barcelona jugaría la semifinal de ida en Brasil frente al Vasco da Gama. Aun hubo una compañía de aviación que brindó el servicio y se fueron. El ídolo tenía una cuenta pendiente con ese equipo, con quien años atrás había perdido una final de la Copa Libertadores. Los toreros perdieron dos a uno en tierra carioca. Eso no le convenía al régimen, ya que la gente no iba a estar de buen humor durante una semana. Los canarios representaban casi el 80% de la hinchada a nivel nacional.
Todo eso pasaba mientras yo aprovechaba mi tiempo ordeñando vacas, posteando fotos de lugares donde no estaba. El vídeo se había publicado y yo estaba vivo y libre. Quizá se habrían olvidado de mí, eso pensaba.
Ese viernes llegó Michael a decirme que nos cambiaríamos de lugar, volveríamos a Jumón, pues había notado la presencia de gente extraña por estos rumbos.
Me peiné para atrás, me agarré el cabello con un moño y pasé el cepillo por la barba para no verme como un méndigo o lo que era peor: alguien   que intentaba ocultar su rostro.
Trepé mi bicicleta y las cosas en el balde de la camioneta y nos fuimos a Jumón. Luciana nos estaba esperando. Esta vez ya no me quedaría en la casa grande sino en un departamento que solo ocupaba ella. Su novio no podía enterarse de eso, pues no entendería y lo más preocupante que un hombre celoso es capaz de entregar su alma al diablo por vengar su propia inseguridad.
Hice mi fuerte de ese lugar. Dos madrugadas pasé con ella frente al computador conversando con mis amigos por las redes sociales. Solo unos pocos tenían mi nuevo correo electrónico. La primera noche respondí desde la cuenta de twitter la solidaridad de muchos followers. Tanto se había incrementado mi número de seguidores que me habían verificado la cuenta. En ese momento a los más cercanos y opositores a este sistema político les hice una propuesta: cambiar su user, avatar y biografía para seguir comunicándonos con la gente. Unos cuantos hicieron eso, otros se crearon una nueva cuenta, pero la idea se regó y en cuarenta y ocho horas había centenares de twitteros opinando y protestando en redes sociales contra el poder. Esa situación enervaría la paciencia del tirano quien pronto buscaría la manera de pararnos. Pronto la única vía libre de comunicación estaría a punto de desaparecer.

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