lunes, 5 de diciembre de 2011

Bella Vista 22

Un robo extraño
Llegué a Bella Vista cuando el sol recién asomaba un ojo detrás de los cerros que adornaban el fondo de las bananeras. Un color amarillo y rojizo mandaba en el cielo a esa hora del día. Caminando por las calles de tierra vino a mí el olor a pan caliente.
No sé por qué razón me fijé tanto en esas cosas. Se me fue el miedo por un momento, además imaginé que la aniñada de Nine estaría durmiendo a esa hora.
Me saqué los zapatos para cruzar el río y llegué hasta la casona de doña Clarita. Apenas estaba abriendo la puerta de la cerca Maylin se asomó y salió corriendo a verme. Nos abrazamos por casi un minuto. Al principio pensé que pasaba algo, pero dijo que todo estaba bien, solo que sintió mucho miedo. Llevaba puesta la blusa de Barcelona y un pantalón de dormir. Estaba algo despeinada y sin maquillaje. Nunca antes la había visto tan hermosa. Al natural. Plenamente bella como un flor nueva.
Doña Clarita hizo un café con tal delicioso aroma que perfumaba el aire. Era algo extraño. El día parecía pasar lento, como si fuera una realidad alterna. Creo que el viaje de locura que hice a Guayaquil y la victoria del ídolo habían cambiado desde el clima hasta el humor de la gente.
Esa mañana @Mayita_A me pidió ayuda con unas cosas de la pequeña finca. Jamás había montado a caballo y ese era el transporte que tendríamos que utilizar. Ella montó a la bestia de un solo salto y me dijo que me suba en atrás. Torpemente logré subir al tercer intento. Mientras avanzábamos por esos paisajes verdes, amarillos y rojos la abrazaba de la cintura y llevaba mi quijada en su hombro. Contrario a lo que hubiera pensado dentro de esa pequeña selva había un pueblito que tenía hasta escuela. Nos bajamos del animal y ella fue a arreglar un negocio con uno de los campesinos. Ella era completa, maestra, guía turística y administradora de una pequeña finca.
El lugar era impresionante, pero más impresionante fue que mis celulares aun tenían señal.
Estaba sentado en una piedra comiéndome un choco banana que compré en una tiendita, cuando Maylin vino con cara de tragedia. Me contó que doña Clarita la llamó para decirle que unos tipos entraron al cuarto donde dormía y se llevaron un aparato negro de mi mochila. Quedé como loco. Era el disco duro donde estaba el vídeo con las declaraciones de que querían suspender las elecciones.
En ese instante pensé muchas cosas ¿por qué no esperaron a que yo esté ahí? ¿Eran policías? Llamé a la anciana y le pregunté cómo eran los tipos. Su descripción coincidía con la de los oficiales que acompañaban a @ninemedranda.
Solo entonces se me ocurrió la loca idea de llamar a nine. Tenía su número guardado en el celular. La duda pudo más que mi instinto de supervivencia. Ella nunca contestó el teléfono. Luego descubrí porqué no había contestado mi llamada.
En ese momento de desesperación nos trepamos al caballo y salimos del pueblito. A mitad de camino me bajé y me escondí entre los matorrales. Me tocó quedarme escondido hasta ver que noticias me daba Maylin.
Ella llegó a la casa y vio que a Doña Clarita no le habían hecho nada. Ni siquiera habían destrozado nada. Habían entrado directo al cuarto donde yo dormía y rápidamente dieron con el disco duro. Cuando ella me contó eso solo pude pensar que ya no querían arrestarme, pues no me emboscaron porque no quisieron. Luego me enteraría que los que se llevaron el disco duro eran cualquier cosa, menos aliados del gobierno, lo que pondría las cosas color de hormiga. Esas fueron las últimas horas de calma nacional.

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